Autoestima: cimiento en el desarrollo emocional de nuestros hijos.

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Autoestima: cimiento en el desarrollo emocional de nuestros hijos.

El término autoestima se ha vuelto una de esas palabras de moda. Ha sido usada con alarmante liviandad  en los medios de comunicación, y es común que se le promocione como producto milagroso que alivia todos los problemas. Y sin embargo,  existe un gran desconocimiento tanto del término como de sus alcances en la vida del niño.

El objetivo de este artículo es ayudar a los padres a entender  lo que significa realmente la autoestima y para qué le sirve a  sus niños tener una autoestima sana. Exploraremos las consecuencias de una baja autoestima Analizaremos los factores que hacen que la autoestima del niño disminuya y te daremos consejos para ayudar a tu hijo a desarrollar y preservar este preciado bien, tan importante para su desarrollo emocional.

Conocerse para amarse

 La autoestima ha sido  definida como amarse a sí mismo. Algunos programas contra las drogas dedicados a los jóvenes usan el eslogan “quiérete a ti mismo”, pues, aseguran, este será el antídoto contra la adicción.

Es cierto, un chico con buena autoestima difícilmente se meterá en problemas de drogadicción, pero alcanzar este “amor propio” no es tan fácil como dar la consigna (¡quiérete!), pues amarse a uno mismo es muy parecido a amar a los demás. No puedes decidir amar a una persona. Para amarla, será necesario que la conozcas a profundidad. Que sepas lo que le gusta y lo que no le gusta, lo que siente y lo que piensa, que aprecies sus virtudes y seas capaz de tolerar de buena gana sus defectos.

Por eso, el alcanzar una buena autoestima implica pasar por un proceso de autoconocimiento.

Algunas formas de dañar la autoestima de los hijos

Es de sobra conocido que dañamos la autoestima de nuestros hijos cuando los exponemos a gritos, golpes, insultos, críticas, apodos, desaprobación, cuando no los aceptamos tal y como son,  pero existen otras formas un tanto más sutiles de arriesgar la autoestima de nuestros niños.

Padres permisivos.

Cuando al niño le faltan reglas en casa, desarrolla un sentimiento de inseguridad. Cuando los niños son pequeños no tienen nociones de lo que es bueno y lo que es malo. Estas nociones se las va dando el adulto, cuando lo reprende por haber hecho algo incorrecto, y cuando le brinda su aprobación   por hacer lo correcto. El padre permisivo provoca en el niño una visión confusa del mundo y el desarrollo de actitudes reprobables que le ganarán el rechazo de las personas a su alrededor. El niño, sin saber qué sucede, se llega a atribuir a sí mismo este rechazo. Cree que las personas rechazan lo que él es, y no lo que él hace, lo cual, al igual que en el caso del maltrato franco, le genera un sentimiento de ser poco merecedor de afecto.

Padres emocionalmente ausentes.

Las razones por las que un padre es ausente emocionalmente son muchas. Padres que padecen algún tipo de depresión generalmente no se relacionan con sus hijos de manera significativa. Padres que trabajan demasiado, comúnmente pasarán su tiempo en casa demasiado cansados como para entablar una comunicación real con sus hijos. Padres muy problematizados, angustiados, probablemente concentrarán la mayor parte de sus energías en  entender y resolver sus propios asuntos, dedicando muy poca atención a conocer a sus hijos. Los padres, durante la etapa más temprana, somos un espejo para nuestros hijos. De la relación con nosotros, ellos van forjando su autoimagen. Encontrar indiferencia en los padres puede ser interpretado por el niño como que es poco merecedor de atención.

Padres expectantes.

Conozco personas que con las mejores intenciones, inculcan a sus hijos la idea de  que son los mejores, los más bonitos, los más inteligentes, que todo lo pueden  y todo lo merecen. Llenar al niño con falsas ideas sobre sí mismo no ayuda a incrementar la autoestima, ya que construye a su alrededor una fachada que le impide conocerse a realmente.

El niño cuyos padres han intentado guiarle hacia la perfección posiblemente desarrollará sentimientos de envidia y rivalidad que le harán imposible la convivencia con sus iguales.

Tendrá que vivir la frustración de no alcanzar siempre el primer lugar. Le será difícil reconocer y aceptar sus puntos débiles, rechazándolos y negándoselos a sí mismo.

Se llenará de  desconcierto al entender que no todos lo perciben tan perfecto como lo perciben sus padres.

Desarrollará un sentimiento de  culpa por no cumplir con las pesadas expectativas que sus padres han depositado en ellos, desarrollando un sentimiento de insatisfacción e inadecuación permanentes.

 

La autoestima como protección en la dificil etapa de la adolescencia.

Una buena autoestima es importante porque acompaña el proceso de convertirse en persona. Cuando el niño llega a la peligrosa edad de la adolescencia y llega armado con una buena autoestima, podemos estar seguros de que se guiará por sus propios valores, que será difícil que las influencias negativas le cambien de opinión.

Un niño con baja autoestima, por el contrario, se encuentra ante el enorme riesgo de caer en prácticas de riesgo a cambio de ser aceptado en el grupo. Drogas, relaciones sexuales precoces, tabaquismo, alcoholismo, ausentismo, deserción y fracaso escolar, van usualmente de la mano de la baja autoestima.

Generar buena autoestima.

Los padres podemos contribuir a que nuestros hijos tengan una autoestima sana si les ayudamos a conocerse mejor, brindándoles actividades diversas donde ellos logren identificar sus potencialidades, y posteriormente, el apoyo para desarrollarlas.

Debemos ser tolerantes con sus errores, y si es necesario reprenderle, lo haremos siempre descalificando su acción, y no descalificándolo a él.

Ponerlo en contacto con su cuerpo y con sus sensaciones. Invítale a descubrir nuevos sabores, olores, texturas, pues por medio del cuerpo el niño va fortaleciendo su sentido de ser en el mundo

 Por supuesto, nos equivocaremos alguna vez, por eso es muy importante asegurarnos los abonos realizados en su “cuenta emocional” son siempre mayores que los retiros. De esta forma, al cometer alguna equivocación, perder la paciencia, lanzar una palabra hiriente o estar poco disponible para nuestros hijos, ellos sabrán comprendernos sin sentirse heridos, pues se saben de sobra amados y protegidos: dar afecto es, por excelencia,  el antídoto de la baja autoestima.

Cómo saber si mi hijo tiene baja autoestima.

Una vez planteada la importancia de una buena autoestima, las ventajas y los riesgos que implica que esté o no presente, te invitamos a reflexionar en la autoestima de tus hijos.

Si  tu hijo presenta alguna de las siguiente conductas, es probable que necesite incrementar su autoestima:

  •       Se compara con otros niños
  •       Le cuesta trabajo hacer amigos
  •       Si algo le sale mal, prefiere abandonarlo que volver a intentarlo
  •       Necesita confirmación de que lo ha hecho bien
  •       Solo se siente valioso cuando hace algo excepcional
  •       Es tímido, vergonzoso, se muestra desvitalizado.
  •       Generalmente no pide ayuda, pues cree que no la merece.
  •       O bien, pide ayuda hasta para lo más mínimo, cree que no es capaz de lograr nada por él mismo.
  •       Miente para obtener aprobación
  • Exhibe o exagera sus logros, cree que sólo vale por lo que hace o lo que tiene, pero no sabe quién es.

 

Si consideras que tu niño puede necesitar la ayuda de un profesional para reparar su autoestima, no dudes en   contactárnos.

Podemos ayudarte.

 

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